jueves, 5 de agosto de 2010

Ausencias

Aunque hace tiempo que dejé de pensar en tí, me recuerdo a veces de mí misma cuando viví contigo.  Me recuerdo a mì misma en La Paz, caminando sóla a las once de la noche con un frìo que me desgarraba, volviendo del trabajo.  Me recuerdo cocinando, escribiendo, cuidando a mi hija. Me recuerdo observando la lluvia bajar por nuestra calle empinada, o la sorpresa tibia de las nevadas en el patio.

Me recuerdo con los compañeros del trabajo celebrando algo.  Me recuerdo conversando con los amigos y hablando de cosas serias y tontas con las amigas.

Me recuerdo volviendo de la Universidad, cargada de libros, en San José.  Sola.

No sabía dónde estabas, no pensaba en ello.

Me recuerdo navegando por el Titicaca, báñándome en el Caribe de Puerto Viejo.  Sé que fuimos juntos, pero no te recuerdo.

No estás en mis recuerdos.  No lo entiendo.

Creo que, aunque fui a vivir tan lejos porque el engaño del enemoramiento me hizo perder cualquier sentido de la lógica, nunca viví contigo.

Nunca.  Estás ausente en mis recuerdos porque nunca estuviste presente.  Fue como una misa de requiem:  De cuerpo presente.  Tu alma, tu ajayu, tu vida nunca estuvo junto a la mía.
Cuando nuestra hija me pide algo que no puedo darle, cosas sencillas o complicadas, y yo tengo que ver qué invento, te recuerdo. Recuerdo tu ausencia, la de siempre.

Me recuerdo mirando el Illimani cada día.

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