viernes, 2 de octubre de 2009

Los cerros de la vía a la costa.

Todos los días voy a mi trabajo, éste queda en la vía a la Costa. En el bus que viajo, viajan también decenas de trabajadores, empleadas de casa, profesores, obreros. Hay más hombres que mujeres. La mayoría de ellos piden parada en las diferentes minas que existen a lo largo de la carretera.

Lo que me motiva a escribir es la inmensa pena que me causa ver a los cerros desvastados. A veces me siento del otro lado del bus, para no ver. A mi sí me afecta. A mi sí me preocupa. Cada día veo m{as piedra, más polvo, menos árboles. Y no es yo sea una ecologista empedernida. No pudedo serlo, porque uso shampoo y compro periódicos, enciendo el aire acondicionado de mi oficina. No, casi que no tengo derecho a quejarme del daño que los otros causan al ambiente. Pero, sí: Me duele algo en lo mis raíces.

Suelo decir que "creo en Dios y en la Pachamama". Entonces lo que me duele es la parte que aún me arraiga a la madre. Me duele que le arranquen su piel, que le saquen su sangre, que lastimen sus partes íntimas. Me duele mi Pachamama.

Y, cómo lo digo desde mi ser costeña? No hay Yacta acá.

Hablé con un grupo de amigos, todos estamos en lo mismo. Indignados por el abuso de esta gente. Gente que se hace millonaria destruyendo las entrañas de la tierra, eliminando para siempre la posibilidad de vida de las pocas especies que aún quedan. Estuvimos pensando en hacer una protesta, en colgarnos de los árboles, en bloquear la carretera . . .

Entonces, entonces recuerdo a mis compañeros de viaje. Los obreros de las minas, los que sacan las piedras, los que manejan las excavadoras, los que ponen la dinamita. Los que salen, como yo, a las cuatro de su trabajo.

3 comentarios:

  1. Me gusto mucho tu forma de escribir, siguepublicando en tu estilo que llega directo, pero con un aliento poético qu revela tu sensibilidad

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  2. Recuerdo que ya habíamos hablado de lo que le están sucediendo a nuestras montañas, aunque en realidad son cerros, solo que las amo tanto, que para mi, son majestuosas como muestra cordillera de los Andes. Bueno para quién nació en la ciudad con alma campesina, toda la naturaleza es reflejo de algo más grande. Ahora entiendo cuando nuestros pueblos originarios las reverenciaron, yo también las reverencio, son parte mía y como tal parte de la imagen y semejanza de Dios.

    Poe eso cada mañana al mirarlas veo su dolor que es el mío, veo el dolor de quiénes no tienen voz. Es insólito, absurdo, inconcebible, la mutilación y la destrucción de todo un ecosistema del cual somos parte todos y cada uno y una de nosotros-as. ¿Cómo hacer para ayudarlas y ayudarnos? nos preguntabamos con Eugenia y este es un espacio, es un espacio milagroso para expresarnos para sensibilizar, sensibilizarnos.

    luzma

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  3. Gracias Luz Marina, espero que me ayudes a invitar a otras personas a expresarse ante la mutilación que estamos haciéndole al futuro de nuestra tierra.

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