martes, 6 de octubre de 2009

La Musa

Este domingo en la noche tratábamos de explicarnos la razón de nuestro llanto por una mujer fallecida en Buenos Aires, donde no hemos estado (todavía) y a quien vimos en persona unas tres o cuatro veces.

La Musa, dije yo. Es la muerte de La Musa. Todas las canciones que me supe de memoria en algún momento, todas las ideas, todas las utopías que éstas canciones contenían, todos los escenarios que yo hubiese deseado contemplar o utilizar, ella los representaba: Ella fue mi musa, La Musa. Nuestra Mercedes.

Tanta gente que murió el domingo y no lloramos por ella. Mercedes Sosa es en mi vida el modelo de voz perfecta, de perfeccionamiento en el arte, de investigación musical, caracterización. Mercedes fue alguien en mi vida y lo seguirá siendo. Nada importa que ella nunca supiera que yo estuve cantando sus canciones en cuatro de los conciertos que alguna vez dio en Guayaquil. No importa que a nadie le importe. Me importa a mí. Y, respondiendo al comentario de una compañera de trabajo, quien me dijo que estaba exagerando la realidad por el hecho de estar tan triste por la muerte de Mercedes, no. No estoy exagerando.

1 comentario:

  1. Pero como la muerte no es verdad si se ha cumplido bien el legado de la vida..., y Mercedes y sus admiradores seguro creen que ella, auténtica y firme, hizo todo cuanto debió hacer..., entonces las lágrimas no están de más, pero mejor se le recuerda con sus propias canciones y listo!!!!!, y tú puedes hacerlo, ponle cuerda y voz a Gracias a la Vida...., y a tantas otras

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