martes, 6 de octubre de 2009

La Musa

Este domingo en la noche tratábamos de explicarnos la razón de nuestro llanto por una mujer fallecida en Buenos Aires, donde no hemos estado (todavía) y a quien vimos en persona unas tres o cuatro veces.

La Musa, dije yo. Es la muerte de La Musa. Todas las canciones que me supe de memoria en algún momento, todas las ideas, todas las utopías que éstas canciones contenían, todos los escenarios que yo hubiese deseado contemplar o utilizar, ella los representaba: Ella fue mi musa, La Musa. Nuestra Mercedes.

Tanta gente que murió el domingo y no lloramos por ella. Mercedes Sosa es en mi vida el modelo de voz perfecta, de perfeccionamiento en el arte, de investigación musical, caracterización. Mercedes fue alguien en mi vida y lo seguirá siendo. Nada importa que ella nunca supiera que yo estuve cantando sus canciones en cuatro de los conciertos que alguna vez dio en Guayaquil. No importa que a nadie le importe. Me importa a mí. Y, respondiendo al comentario de una compañera de trabajo, quien me dijo que estaba exagerando la realidad por el hecho de estar tan triste por la muerte de Mercedes, no. No estoy exagerando.

viernes, 2 de octubre de 2009

Los cerros de la vía a la costa.

Todos los días voy a mi trabajo, éste queda en la vía a la Costa. En el bus que viajo, viajan también decenas de trabajadores, empleadas de casa, profesores, obreros. Hay más hombres que mujeres. La mayoría de ellos piden parada en las diferentes minas que existen a lo largo de la carretera.

Lo que me motiva a escribir es la inmensa pena que me causa ver a los cerros desvastados. A veces me siento del otro lado del bus, para no ver. A mi sí me afecta. A mi sí me preocupa. Cada día veo m{as piedra, más polvo, menos árboles. Y no es yo sea una ecologista empedernida. No pudedo serlo, porque uso shampoo y compro periódicos, enciendo el aire acondicionado de mi oficina. No, casi que no tengo derecho a quejarme del daño que los otros causan al ambiente. Pero, sí: Me duele algo en lo mis raíces.

Suelo decir que "creo en Dios y en la Pachamama". Entonces lo que me duele es la parte que aún me arraiga a la madre. Me duele que le arranquen su piel, que le saquen su sangre, que lastimen sus partes íntimas. Me duele mi Pachamama.

Y, cómo lo digo desde mi ser costeña? No hay Yacta acá.

Hablé con un grupo de amigos, todos estamos en lo mismo. Indignados por el abuso de esta gente. Gente que se hace millonaria destruyendo las entrañas de la tierra, eliminando para siempre la posibilidad de vida de las pocas especies que aún quedan. Estuvimos pensando en hacer una protesta, en colgarnos de los árboles, en bloquear la carretera . . .

Entonces, entonces recuerdo a mis compañeros de viaje. Los obreros de las minas, los que sacan las piedras, los que manejan las excavadoras, los que ponen la dinamita. Los que salen, como yo, a las cuatro de su trabajo.