
La Musa, dije yo. Es la muerte de La Musa. Todas las canciones que me supe de memoria en algún momento, todas las ideas, todas las utopías que éstas canciones contenían, todos los escenarios que yo hubiese deseado contemplar o utilizar, ella los representaba: Ella fue mi musa, La Musa. Nuestra Mercedes.
Tanta gente que murió el domingo y no lloramos por ella. Mercedes Sosa es en mi vida el modelo de voz perfecta, de perfeccionamiento en el arte, de investigación musical, caracterización. Mercedes fue alguien en mi vida y lo seguirá siendo. Nada importa que ella nunca supiera que yo estuve cantando sus canciones en cuatro de los conciertos que alguna vez dio en Guayaquil. No importa que a nadie le importe. Me importa a mí. Y, respondiendo al comentario de una compañera de trabajo, quien me dijo que estaba exagerando la realidad por el hecho de estar tan triste por la muerte de Mercedes, no. No estoy exagerando.