jueves, 12 de noviembre de 2009

Los nombres de los árboles. (O los "daños colaterales" de la regeneración urbana)

Diversos tipos de acacias, flamboyanes, guayacanes, ceibos, sauces,  árboles de caucho, algunos eucaliptos, tantos otros cuyos nombres desconozco.  Desde niña me gustaron los árboles.  Como a los ocho años me rompí un brazo  al caer de uno.   Cuando pregunto el nombre de un árbol es porque realmente quiero saberlo, llamarlo por su nombre.  ¿Teca? ¿Acacia o álamo? ¿Abedul?

Había un único árbol en la carretera a Salinas, era uno de los sobrevivientes de la construcción de "La Ruta del Sol".  MI amiga Clarice, quien conocía los nombres de los árboles, detuvo su auto y me enseñó a disfrutar del color de sus flores, de la fortaleza y belleza de su tronco, me dijo el nombre del sobreviviente "Pepito Colorado".  ¿Nombre científico?  Nunca lo supe.  Me fui de Ecuador por unos años y al volver, claro, algún ser necesitado había cortado al Pepito.  Ese bello árbol producía un placer especial, alegría, esperanza, paz.  Al verlo sabía que faltaba una hora y media para llegar a Manglaralto.Era un símbolo del triunfo de la Vida sobre el "Desarrollo".

El descuido en el que se encuentra la carretera en el tramo entre "La Toma" y Chongón, me refiero a la parte central y a los costados de la misma, es, para mí al menos, preocupante.  Nadie se ocupa del aseo del parterre central, no existen veredas, nadie riega los árboles, a veces éstos aparecen cortados.  Mientras viajo, pienso que deberíamos hacer una campaña, comunicarlo, reclamarle al municipio, a la prefectura, alguna institución de sistema tiene que responsabilizarse.  Entonces me detengo y pienso en los cientos de árboles que, en nombre del desarrollo, la regeneración urbana, la modernización, entre otras "buenas razones", se han cortado en los últimos quince o veinte años en Guayaquiil y sus alrededores.

Acá cortan los árboles de modo violento, cruel. No cabe más que el llanto ante la matanza y la desolación.  En otros países se planifican las construcciones en torno a la naturaleza. Acá, para los que cobran las ganancias, los bosques son solo una cubierta inútil sobre las minas de carbonato de calcio.

Es increíble que para colocar un muro, para ensanchar una vía se corten árboles que nacierona mucho antes que algunos de nosotros y que pudieron existir muchos años después de nuestra muerte. ¿Cuántos años tarda en crecer un árbol?  ¿Por qué, mientras hacemos campañas ecológicas, matamos sin piedad en nombre del progreso y para la comodidad de nuestra generación?

Tengo miedo de pedir que se cuide la vía desde La Toma hasta Chongón, porque, lo más posible es que nos corten todos los árboles y nos siembren esas palmeras que han puesto en Guayaquil por todos lados, en las que es imposible que un pájaro ubique su nido.

Nuestros hijos y nietos tendrán que desarrollar la capacidad de respirar cemento y carecerán de la capacidad de éxtasis ante la belleza de la naturaleza, porque, en un Guayaquil, todo moderno y regenerado, ese otro tipo de belleza, la que no es de cemento,  no existirá.



http://fichas.infojardin.com/arboles/delonix-regia-flamboyan-arbol-llama.htm;
http://articulos.infojardin.com/arboles/clima.htm

martes, 6 de octubre de 2009

La Musa

Este domingo en la noche tratábamos de explicarnos la razón de nuestro llanto por una mujer fallecida en Buenos Aires, donde no hemos estado (todavía) y a quien vimos en persona unas tres o cuatro veces.

La Musa, dije yo. Es la muerte de La Musa. Todas las canciones que me supe de memoria en algún momento, todas las ideas, todas las utopías que éstas canciones contenían, todos los escenarios que yo hubiese deseado contemplar o utilizar, ella los representaba: Ella fue mi musa, La Musa. Nuestra Mercedes.

Tanta gente que murió el domingo y no lloramos por ella. Mercedes Sosa es en mi vida el modelo de voz perfecta, de perfeccionamiento en el arte, de investigación musical, caracterización. Mercedes fue alguien en mi vida y lo seguirá siendo. Nada importa que ella nunca supiera que yo estuve cantando sus canciones en cuatro de los conciertos que alguna vez dio en Guayaquil. No importa que a nadie le importe. Me importa a mí. Y, respondiendo al comentario de una compañera de trabajo, quien me dijo que estaba exagerando la realidad por el hecho de estar tan triste por la muerte de Mercedes, no. No estoy exagerando.

viernes, 2 de octubre de 2009

Los cerros de la vía a la costa.

Todos los días voy a mi trabajo, éste queda en la vía a la Costa. En el bus que viajo, viajan también decenas de trabajadores, empleadas de casa, profesores, obreros. Hay más hombres que mujeres. La mayoría de ellos piden parada en las diferentes minas que existen a lo largo de la carretera.

Lo que me motiva a escribir es la inmensa pena que me causa ver a los cerros desvastados. A veces me siento del otro lado del bus, para no ver. A mi sí me afecta. A mi sí me preocupa. Cada día veo m{as piedra, más polvo, menos árboles. Y no es yo sea una ecologista empedernida. No pudedo serlo, porque uso shampoo y compro periódicos, enciendo el aire acondicionado de mi oficina. No, casi que no tengo derecho a quejarme del daño que los otros causan al ambiente. Pero, sí: Me duele algo en lo mis raíces.

Suelo decir que "creo en Dios y en la Pachamama". Entonces lo que me duele es la parte que aún me arraiga a la madre. Me duele que le arranquen su piel, que le saquen su sangre, que lastimen sus partes íntimas. Me duele mi Pachamama.

Y, cómo lo digo desde mi ser costeña? No hay Yacta acá.

Hablé con un grupo de amigos, todos estamos en lo mismo. Indignados por el abuso de esta gente. Gente que se hace millonaria destruyendo las entrañas de la tierra, eliminando para siempre la posibilidad de vida de las pocas especies que aún quedan. Estuvimos pensando en hacer una protesta, en colgarnos de los árboles, en bloquear la carretera . . .

Entonces, entonces recuerdo a mis compañeros de viaje. Los obreros de las minas, los que sacan las piedras, los que manejan las excavadoras, los que ponen la dinamita. Los que salen, como yo, a las cuatro de su trabajo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Tu prosa

Tu Prosa.

Clasifico características esenciales de lo azul, al recordarte subiendo la escaleras, mirándome silencioso desde el mar soleado, tus pupilas. Con tu pelo luna antes sol.

Rebusco entre pócimas posibles, rituales que te traigan del otro lado del mundo. Mientras yo, soñando chocolates, añiles, molinos de viento; navego por canales desconocidos y deseados.

Y suplico, suplico a lo Eterno y Posible, que el azar, aunque sea un segundo, nuevamente esté a mi favor.

jueves, 4 de junio de 2009

El fetiche de nuestra utopía

Tres horas pasan rápido. Del calor insoportable de Guayaquil, salimos volando hacia el paraíso. "Es como si Guayaquil todo estuviese a punto de estallar, hay que salir corriendo porque, si no lo hacemos, reventamos con esta ciudad atestada de estrés." No veo el mar, pero ya lo siento y, aunque viajemos en la noche, la curva de San Pablo nos alivia, nos cura, nos libra de todo mal. Y es un amén cada parada en las gasolineras para llevar a los niños al baño, a las golosinas, en aquellos pequeños malls que nos recuerdan que de la metrópoli no podemos escaparnos.

Pero si podemos. En San Pedro recordamos que las cosas no son perfectas, pero nada más salir de Valdivia y ya olvidaste todo. Ayangue, Libertador Bolívar, Cadeate. Rio Chico.

El fetiche de nuestras utopías tiene varias entradas. Depende, si quieres saber de los amigos, y le das un bocinazo al del Tagua, o si te vas de largo hasta la última y te metes directo hasta el Alegre Calamar. Ya estás en la tierra prometida, el paraíso, la playa de nuestros amores, recuerdos y sueños.
Antes íbamos directo a donde Tomás, a saludar. Antes, la Casa de Ferro, la casa de Orellana, la casa de Clarice. El submarino amarillo no es Manglaralto, pero esta temporada nuestro Manglaralto es el submarino amarillo. No, no es un negocio. La plata es un pretexto, el texto y las palabras somos nosotros. Tal vez un tequila, o dos botellas de Caña, qué mas da? Solo un poco de pan y algo de frutas. Las miradas, las voces, las mariposas que nacen por cientos y pasan como invitadas por el director de esta película que estamos haciendo para nosotros. Nadie es espectador, todos somos actores. Cris y Manfred, Shaggy y Yuna, los neozelandeces con nombres exóticos, Hugo y Ruth, Susy, Nico, Dani. Selene, Conchita, Katherine. Los amigos que fueron desde lejos, para apoyar, y los que se hicieron en un mes, porque tienen que "ponerse al día", porque la temporada es corta.