sábado, 18 de agosto de 2012

Mi duelo por tí.

Antes, antes de las páginas sociales, de los viajes inesperados, creía que nunca más vería a las personas que se iban lejos. Sufrí desde temprano ausencias. Los tíos que se fueron pronto, las maestras que duraban un año, las compañeras que se cambiaban de escuela. Luego vino el boom de los migrantes, se fue Saúl, se fue Irene, se fue Patty, se fueron tantos. Luego, inesperadamente, me fui yo. Y cada año era para siempre volvía y me iba otra vez, pensando siempre que tal vez sería la última despedida. En uno de esos irme conocí a María. No fue fácil construir nuestra amistad. Ella de carácter fuerte, frontal, orgullosa, de palabra clara y argumentos firmes. En un medio en el que yo era la diferente, la extraña, estaba ella. Compartimos con secillez nuestras casas, nuestras comidas, la música, las películas, los disgustos por las injusticias, compartimos antipatías y simpatías. Nos fuimos otra vez por distintos lados, ella que ya había sido extranjera, me regaló, una carta de recomendación para que yo pudiera emprender mi destino, volver a irme y dejar otras gentes, dejar La Paz. Valoré cada palabra que María escribió, porque fue sincera y generosa, describiéndome objetivamente, en lo bueno y en lo malo, y así, con mi hija, hice las maletas y miré de lejos el Illimani, el Titicaca, la Cordillera. La tecnología nos mantuvo en contacto, seguí sus publicaciones, sus viajes, Suiza, Costa Rica, Africa. Vi sus fotos, las fotos de Zoe, los encuentros, las participaciones. En Navidad del año antepasado me envió una caja con una inmensa cantidad de chocolate, y en medio de todos, uno que decía "Hecho en Suiza con Cacao ecuatoriano, ¿un chiste serio? Sabía que estaba enferma. El modo en que María enfrentó su enfermedad fue conforme a su modo de ser. Había que vivir, en nuestras conversaciones, era como un una nota marginal, pero no el texto. Mientras estuve este año en Galicia, chateaba casi a diario con ella, por la coincidencia de horas. Bromeábamos, me aconsejaba. Me contaba de Zoe, de Hans. Solo escasas referencias a lo que estaba viviendo. Ven, me dijo, aprovecha que estás acá, conoce Suiza. No pude. Pensaba que en cualquier momento yo, algún día, podría ir a Suiza, o que nos podríamos encontrar el Bolivia, o en Costa Rica, o en el mismo Ecuador. No fue así. Lamento tu ausencia María. Lamento no haber ido, estando tan cerca. Lamento no haber comentado más tus fotos, no haberte enviado las postales, los chifles, los mangos. La ausencia tiene múltiples formas y la que siento ahora es la sorpresa, la inaceptable, la definitiva. Guardo tus escritos, guardo tu memoria, guardo tu testimonio, la noción de las luchas que deben continuar. Creo que eres ahora parte del Tiempo y del Espacio y que cada una de tus Esperanzas desde la fe, se cumplen ahora y proyentan en la Caridad Eterna. Adios María, Hola María.

jueves, 22 de marzo de 2012

INVENTARIO DE COMPOSTELA

Me traje:
2 hojas secas de arce. Una hoja de hiedra. Un trébol de cuatro hojas. Una rama de pino. Un brote de cerezo.
Un euro italiano. Un pañuelo blanco con inicial grabada. Una medalla de cófrade. 20 euros, y dos de 10.
Un separador de libros con un fragmento del "Jardín de las delicias".
La memoria visual. Una estrella, una luna y otra estrella, a fines de febrero viendo hacia el este.
La nostalgia: Porto, Noia y Fátima, al atardecer. La visión de la catedral, desde el abrazo al Santo sentado.
Un recuerdo auditivo: La voz de un hombre cantando en el altar y de otros dos: Fígaro en el arco.
Piedras de Fonseca. Una concha de vieira. El dolor del desapego. Las ausencias. Los nombres de las rúas: Porta Faxeiro, Lorca, Baroja y cervantes.

Obradoiro.

Lisboa a lo lejos, desde la ventanilla.

lunes, 4 de octubre de 2010

El día de San Francisco

Cuando teníamos la alegría, el candor, los sueños enteros.  Cuando trabajábamos en dólares y ganábamos en sucres.  Cuando éramos tan puras como la miel de abejas, como el mar en agosto. Había un lugar llamado San Francisco, te acuerdas?  Era inmenso, sin muros de ladrillos, eran los árboles, el mar, las nubes los límites de las ilusiones.  Haríamos una fiesta cada cuatro de octubre, para celebrar la vida, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano almendro, la hermana hormiga, los hermanos perros.

Ah!, viejo fetiche.  Con música de fondo de Mercedes, de Bosé, de Enya.

Cómo se retoman los sueños y se llenan las casas de encuentro de personas?  Cuánto cuestan las paredes, los terrenos, los discos, las capillas, las tazas blancas y las sabanas iguales para las cien camas que tendría nuestro sueño?

Celebremos ahora, que es cuatro de octubre, como si ya todo fuera un hecho.  Celebremos a los animales, a Francisco y a Mercedes.  Y con un café, que solo yo tolero.

jueves, 5 de agosto de 2010

Ausencias

Aunque hace tiempo que dejé de pensar en tí, me recuerdo a veces de mí misma cuando viví contigo.  Me recuerdo a mì misma en La Paz, caminando sóla a las once de la noche con un frìo que me desgarraba, volviendo del trabajo.  Me recuerdo cocinando, escribiendo, cuidando a mi hija. Me recuerdo observando la lluvia bajar por nuestra calle empinada, o la sorpresa tibia de las nevadas en el patio.

Me recuerdo con los compañeros del trabajo celebrando algo.  Me recuerdo conversando con los amigos y hablando de cosas serias y tontas con las amigas.

Me recuerdo volviendo de la Universidad, cargada de libros, en San José.  Sola.

No sabía dónde estabas, no pensaba en ello.

Me recuerdo navegando por el Titicaca, báñándome en el Caribe de Puerto Viejo.  Sé que fuimos juntos, pero no te recuerdo.

No estás en mis recuerdos.  No lo entiendo.

Creo que, aunque fui a vivir tan lejos porque el engaño del enemoramiento me hizo perder cualquier sentido de la lógica, nunca viví contigo.

Nunca.  Estás ausente en mis recuerdos porque nunca estuviste presente.  Fue como una misa de requiem:  De cuerpo presente.  Tu alma, tu ajayu, tu vida nunca estuvo junto a la mía.
Cuando nuestra hija me pide algo que no puedo darle, cosas sencillas o complicadas, y yo tengo que ver qué invento, te recuerdo. Recuerdo tu ausencia, la de siempre.

Me recuerdo mirando el Illimani cada día.

lunes, 26 de julio de 2010

Saudade: Ese viejo dolor

Se fue en busca de un lugar con internet.  Ya era tarde,pero quería mandar algunos correos.  El verano de su ciudad estaba perfecto:  la noche era fresca,casi fría.  Poca gente en las calles. Encontró un sitio.  Ahí estaba él. Ahí, en ese mundo virtual, el único mundo en el que encontrarlo era posible.  -El internet fue creado para mí-, pensó. 

Ese viejo dolor retornó al encontrar su mensaje.  "Saudade", dolor, alegría, nostalgia.  La pena de lo que solo pudo ser en un instante, tan lejano, como sus juventudes juntas, dolor tan viejo como sus fotos.  Tristeza y alegría.

Contestó el e-mail con las palabras que él esperaba.  Palabras que no pedían nada, o que, por lo menos no exigían nada.  Palabras cariñosas, neutras nunca.  Palabras seguras. Palabras sin esperanza.

No importaba, él ya sabía que siempre al contestar, sin importar lo que escribiera, ella le diría lo mismo:  Te amo, te amo, te extraño, te extraño, te extraño, te extraño, te amo.

sábado, 26 de junio de 2010

Reflexión de una desempleada.

  • Los desempleados comprendemos a otros desempleados.
  • Los desempleados somos empáticos con los empleados, sabemos cuánto sufren por no estar como nosotros.
  • Las desempleadas, las mujeres (sobre todos si el padre de nuestros hijos "encontró alguien que lo comprenda" y solo manda, en el mejor de los casos, algo para los estudios), nosotras somos capaces de hacer cualquier cosa, con tal de sacar adelante a nuestros hijos. Cualquier cosa.  Jamás le diremos a nuestros hijos "No tengo empleo, no hay dinero".
  • Las desempleadas, somos creativas.
  • Las desempleadas, luego de ir a la cita de empleo número 80ta, podemos quedarnos un ratito en el centro de Guayaquil, y ver el Malecón desolado, hermoso y dispuesto.
  • Las desempleadas podemos ir a talleres de museología. (Entrada libre).
  • Las desempleadas tenemos tiempo para escribir. Y pensar en nuestros procesos vitales.
  • Las desempleadas somos, tenemos que ser optimistas. 
  • Ya vendrá algo bueno, eso nos dicen todas nuestras amigas.

lunes, 31 de mayo de 2010

Gracias a Dios no tengo empleo fijo

Durante este desempleo
1.- Aprendí a hacer un títere básico.
2.- Aprendí a saber quiénes son amigos y quiénes no saben si lo son.
3.- Aprendí a usar varios programas nuevos de computación.
4.- Hice un breve coro, grabado, en una hermosa canción.
5.- Ví  a Sabina en Quito.
6.- Fui a Quito.
7.- Me encontré con cientos de niños en los talleres de arte a los que me invitaron a colaborar.

Gracias a Dios no tengo empleo "fijo" este año.